LA CREACIÓN DE DAVID RODRÍGUEZ, QUIEN JUNTO A NAIARA ABANDO COMANDA EL BAR-RESTAURANTE IRUNÉS DANAKO, SIRVE DE PORTADA AL RECIÉN EDITADO LIBRO ‘PINTXOS 2016’
Mikel Corcuera
Crítico gastronómico y Premio Nacional de Gastronomía en 1999
Noticias de Gipuzkoa. GASTROLEKU. 1 de abril de 2016
Hace tiempo que sentimos una especial debilidad por el Danako, el coqueto bar restaurante irunés guiado con enorme profesionalidad y grandes dosis de cariño por esa pareja incombustible de hosteleros que son David Rodríguez y Naiara Abando.
Hemos sido a lo largo de los últimos años testigos de su implantación en el barrio del Pinar de la villa fronteriza tras su paso por los fogones de otro monstruo de la gastronomía, Martín Berasategui, al que siempre mencionan reconociendo su influencia y lo mucho que les ha aportado en su recorrido profesional e instructivo.
Hemos observado cómo poco a poco han ido convirtiendo un establecimiento alejado de todo en una parada imprescindible para los amantes de la buena cocina que les ha valido recientemente la consecución de un Sol en la Guía Repsol, y hemos visto con agrado cómo según el tiempo pasaba iban recibiendo otros importantes reconocimientos a su labor, como el merecido primer premio en el Campeonato de Gipuzkoa de Pintxos de 2012 gracias a su exquisita creación Lady Txerri o el Premio Eusko Label en el mismo campeonato en 2014 merced a otra pequeña obra de arte de la cocina en miniatura: su precioso Txiken Jan.
Este pintxo, precisamente, fue el elegido para ilustrar la portada del libro Pintxos 2015, que recopila las fotografías y las recetas de los pintxos participantes en el Campeonato de Pintxos de Euskal Herria 2014, y que ha sido galardonado con el premio Gourmand al Mejor libro en euskera en la actual edición de dichos premios culinarios.
Pues bien, David y Naiara no paran en su labor creativa y a lo largo del año pasado nos han vuelto a sorprender con otro pintxo que también está llamado a convertirse en un clásico de la alta cocina en miniatura.
Nos referimos al bocado que han bautizado como Aitona. Este pintxo resultó finalista en los campeonatos de Gipuzkoa y Euskal Herria de 2015, y fue galardonado, en este último concurso, con el premio al Pintxo más elegante, lo que le ha valido, al igual que con el comentado Txiken Jan, ser la imagen de portada del libro Pintxos 2016, recientemente editado.
Pero Aitona, además de haber recibido el honor de volver a presidir este gran libro de pintxos, y de ser un bocado gustoso y espectacular dejando muy claro el gran trabajo realizado en su creación, guarda en su interior una bonita historia llena de amor y ternura, como supimos recientemente gracias a la información publicada en Facebook por nuestros amigos de Ondojan.com.
Como explican en su post, David dedica este pintxo a la memoria de su abuelo, Floren Rodríguez, donostiarra de ascendencia riojana, juntando en un solo bocado todos los recuerdos gastronómicos que guarda de él.
“Mi aitona era ferroviario y trabajaba y vivía en Irun”, cuenta David, “y cuando terminaba su trabajo, solía recoger el carbón que caía de los trenes y quedaba al borde de las vías y se lo guardaba en los bolsillos.
Con ese carbón, en su casa de Alcanadre, solía asar pimientos del piquillo, y yo desde crío solía estar allí viéndolo.” David, por lo tanto, partió de ese carbón, que se encuentra en la base del pintxo, en forma de falsa ceniza de sarmiento, y del pimiento del piquillo asado, que se encuentra también en el interior del pintxo. A partir de ahí, empezó a añadir otros sabores que le recordaban a su abuelo: escabeches que elaboraba Floren, que se reflejan en el pintxo en el txitxarro escabechado y la mayonesa con verduras en escabeche que lleva en su interior; mermelada de melocotón, en recuerdo de las conservas de melocotón que hacía, y una mousse de queso de cabra que también es un guiño al aitona, “que por cuestiones laborales iba mucho a Hendaia y le encantaba traer quesos franceses”.
El pintxo, a la vista está, es toda una muestra de amor a una persona con la que David tuvo una gran relación y que, además, terminó muriendo en sus brazos, lo que le marcó muy profundamente. Aitona, además, está al alcance de todos, ya que puede solicitarse cualquier día de la semana, a cualquier hora, por 3,50 euros, un precio irrisorio teniendo en cuenta la espectacularidad del pintxo, su gran sabor... y su historia.